sábado, 24 de enero de 2009

FOSGLUTEN REFORZADO

De pequeñito estudiaba en una academia privada. Allí aprendí con 5 añitos eso de "mi mamá me mima", "la pipa de mi papá" y cosas por el estilo con la primera cartilla escolar. Sobre todo aprendí, como todos los demás, a esquivar hostias, reglazos y objetos voladores variados, algunos en forma de ceniceros triangulares dorados, de aluminio, con la marca "Zinzano". ¡Un buen vermut!.

La academia estaba dirigida por un director, ex-republicano de derechas, que tenía la mano más ligera que un látigo. No podía ejercer como maestro en las escuelas nacionales porque era de los "depurados". De los pocos que se salvaron del paredón. Era el que nos daba clases de historia, geografía, lenguaje y formación político-social. La verdad es que nos daba pánico. Le encantaba sacarnos a la pizarra y nosotros encantados de evadir nuestras mentes en un caparazón blindado a prueba de golpes. Nos decía que señalásemos en el mapa el Ebro y nosotros levantábamos la mano metiendo el dedo en cualquier punto del mapa, de tela enrollable. La vista no la quitábamos de su escritorio para percibir las vibraciones sismicas que anunciaba la llegada inminente de un huracán de hostias, que variaban en intensidad y emoción, según variaba su color facial del pálido al rojo, del rojo al azul, del azul al rojo y del rojo al pálido de nuevo. Desfogado volvía a la mesa, mientras se abrochaba la hebilla del cinturón, guardaba la regla o se volvía a desarremangar los puños de la camisa... y empezábamos de nuevo. ¡A ver, señáleme usted el Ebro!.

Pero el tema iba por lo del Fosgluten. Resulta que con 10 u 11 añitos nos cambiaron el "sistema educativo" y los exámenes que nos hacían hasta entonces, del Plan 1.967, debíamos convalidarlos con un examen final, realizado en un Instituto de secundaria donde acudíamos los alumnos de los colegios privados. Creo que estaría por el Tercero de Primaria de aquella época. El caso es que era la primera vez que salíamos de aquel antro para medir los conocimientos adquiridos.

Recuerdo que por aquella época, en la Telefunken en blanco y negro de mi casa, pocas habían entonces, salía una publicidad que garantizaba una "supermemoria" a toda prueba. La conseguías tomando unas pastillas llamadas Fosgluten Reforzado, a base de fósforo y otras vitaminas. Lloré como un niño ante mi madre, era un niño entonces, para que me comprase esas pastillas, jurándole hasta eso de ayudarle a fregar los platos. Accedió y yo empecé mi tratamiento de "supermemoria".

Llegado el día de los exámenes, dos o tres días completos de martirio, estaba preparado para todas las pruebas que se me presentasen. Unas semanas después llegaron los resultados.

¡Fue fantástico!. Aprobé con suficiente Religión y Formación Cívico-Social (Formación del Espíritu Nacional). Las demás, todas la demás, incluida la gimnasia, suspendidas.

Luego me acordé que con tanta pastilla me había olvidado de estudiar. Eso si, la publicidad no mentía. Desde entonces jamás me he olvidado del Fosgluten Reforzado.

Nota: Nadie suspendía Religión y Formación Cívico-Social. Era peligroso que los alumnos de algunos colegios privados suspendiesen esas asignaturas..

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Anda, pero si teníais la Educación para la Ciudadanía! :D Jajaja... se ve que en aquella época eras de los afortunados :) ¡Me ha venido a la mente "cuéntame"!

Saludos.

Carolus Primus dijo...

Pues eso de "cuéntame", la serie, se aproxima mucho a mis recuerdos en positivo. La memoria tiene un mecanismo que transforma en "más dulces" los malos recuerdos. Los buenos son los únicos que suelen traspasar los filtros de nuestro consciente.

Ta luego.